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Una vida entre llaves y cerraduras
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Por: Guadalupe Miranda El Siglo De Torreón/ Torreón, Coah.
CRÓNICA URBANA
Desde los 13 años, Ezequiel se dedica al oficio de cerrajero; hoy tiene 55 y con toda la seguridad afirma que trabajará en eso hasta el último día de su vida.
Para Ezequiel Martínez, abrir cajas fuertes es su pasión.
TIENDA VIRTUAL
“Entre llaves crecí”, dice Ezequiel Martínez Esquivel, de oficio cerrajero, cuya especialidad es abrir cajas fuertes.
A sus 55 años, Ezequiel cuenta con más de 42 años de experiencia, pues desde pequeño ayudaba a Víctor, su padre, quien hasta el último momento trabajó en su cerrajería.
Entrevistado desde su negocio, ubicado sobre la calle Leona Vicario entre las avenidas Allende y Abasolo en Torreón, recuerda cómo inició su aventura en esta peculiar profesión.
Fue a la edad de 13 años cuando de la mano de su padre, Ezequiel empezó a conocer y a descubrir todos los secretos que encierra esta profesión, “siempre me gustó, tanto que hasta me salí de la secundaria para seguir aprendiendo de este oficio”, dice sonriendo.
Tal decisión provocó enojo en su padre, quien al final cedió a los deseos de su hijo. “Pero después me puse al corriente con mis estudios”.
Aunque se ocupa de realizar copias de otras llaves, abrir automóviles, entre otras actividades, la que más le apasiona es la de abrir cajas fuertes, pues asegura que para hacerlo, es necesario ser muy ágil con los números. “Es necesario hacer diferentes combinaciones en muy poco tiempo”.
Rodeado de llaves, un par de cajas fuertes y su herramienta, Ezequiel, quien representa la tercera generación de cerrajeros en la familia Martínez, cuenta que el tiempo necesario para poder abrir una caja va desde las diez horas hasta la media hora, “y sin herramienta, todo es cuestión de cálculo”, dice el cerrajero.
Aunque su abuelo fue quien inició con esta tradición, fueron su padre y su tío, quienes despertaron en él esa pasión por las cajas fuertes, “pues ellos iniciaron con eso”, cuenta.
Las empresas y las casas de cambio son quienes solicitan con más frecuencia este tipo de servicios, según comenta Martínez Esquivel.
Dentro de las aventuras más graciosas que ha guardado en su memoria, está la de una pareja de viejecitos, quienes por distracción de la mujer, las llaves del automóvil se quedaron en el interior. “El señor fue a buscarme, y me pidió que me adelantara, me dejó como a un par de cuadras, y como no vi a nadie comencé a trabajar para abrir el carro, pero de pronto la viejecita empezó a golpearme con su bolso y no me dejaba explicarle, hasta que llegó su esposo, quien le regañó diciéndole que encima que se le quedaban las llaves por su culpa, golpeaba a quien los sacaría del problema”, dice sonriendo.
A raíz de ese problema, Ezequiel solicita a cada uno de sus clientes que esté presente al momento de realizar su trabajo, “pues así no habrá malos entendidos”.
Lleno de orgullo, cuenta que uno de sus hijos, el mayor, desea seguir sus pasos, “trabaja también en la cerrajería”, la cual dice abandonará tal y como lo hiciera su padre y su abuelo, “hasta el último día de vida”.
TRADICIÓN FAMILIAR
“Trabajaré hasta el último día, tal y como lo hiciera mi padre y mi abuelo”.
EZEQUIEL MARTÍNEZ,
CERRAJERO
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